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Blog sobre temas financieros e historias de gente increíble.
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Los datos oficiales indican que, entre los pasados julio y agosto, el número de personas con empleo adecuado subió en 138.000 personas, ubicándose en los 2,7 millones. Esto, sin embargo, sigue alejado de diciembre del 2019 (cuando éramos felices y no lo sabíamos) que era de 3,1 millones de ciudadanos que tenían un empleo formal.
El desempleo es una crisis mundial, pero, definitivamente, las soluciones son locales. ¿Cómo creamos nuevos empleos en el Ecuador? La respuesta es compleja y más aún en una sociedad con un arraigado sentido de división interna y rivalidad. Esto resulta increíble en un país tan pequeño y empobrecido.
El debate sobre el proyecto de Ley de Creación de Oportunidades enviado por el Gobierno del Presidente Guillermo Lasso a la Asamblea Nacional, y que acaba de ser devuelto por esta última a Carondelet, debería motivarnos a conversar, en la misma vereda, entre nosotros. Esto es urgente más cuando nuestras autoridades, tanto Ejecutivo como Legislativo, están demostrando que no están a la altura de este reto nacional.
Qué no necesitamos: Un debate limitado a ‘genialidades’ propuestas como la que el empleado recién botado deba pagar al empleador tras ser despedido; o que, a su vez, estos enunciados sean deliberados por legisladores que, en su mayoría, se muestran desapegados de la realidad de sus votantes.
Qué sí necesitamos: Revalorizar el sentido del respeto, el honor y la disciplina. Como país no podemos celebrar al empresario que contrata en condiciones inhumanas; no podemos celebrar la ineficiencia de la justicia; no podemos celebrar al dirigente gremial que no propone, solo amenaza. No podemos, además, celebrar al político que se victimiza para ocultar su incapacidad; o al emprendedor que quiere ganar dinero lucrando de las desgracias ajenas.
Es urgente sentarnos, uno frente al otro, para demostrarles a nuestras autoridades que, mientras ellos se pelean por quién tiene la razón, nosotros logramos generarnos oportunidades laborales. (O)
El último viernes de septiembre se celebra el Día del Orgullo Ecuatoriano, una iniciativa empresarial de la Corporación Mucho Mejor Ecuador (la de la huellita dactilar tricolor) que desde el 2019 promueve que -anualmente- nos permitamos manifestar lo bien que se siente haber nacido -o haber sido adoptado- en estas tierras.
Si bien han sido semanas duras para nuestro sentido patrio, es fundamental que levantemos el espíritu ecuatoriano. Como sociedad, somos más que escándalos políticos, corrupción, delincuencia, “sapiencia popular” y xenofobia. El optimismo es fundamental para lograr una reactivación económica pero, aunque sea básico, es necesario que al menos lleguemos a acuerdos comunes.
Yo empiezo: Les propongo que convengamos en que la comida ecuatoriana es la mejor a escala mundial por su diversidad. Que si el encebollado va mejor con pan, canguil o chifle (o arroz); que si el ceviche lleva maní o chochos; que si el seco lleva papa o yuca; que si el currincho manabita es aperitivo o un bajativo… ¡Basta de pugnas! Defendamos que nuestra gastronomía es mejor que muchas otras, como la peruana, la francesa o la tailandesa, solo por citar a algunos ejemplos.
El punto no es llegar al chauvinismo, sino seguir aprendiendo a querer lo que produce este país. Hoy, el índice de Confianza Empresarial (ICE) está sobre los 1.480 puntos y sigue creciendo desde marzo del 2020. Incluso es mayor al del 2018 y 2019, lo que significa que más empresas y emprendedores quieren seguir creando, creciendo y creyendo en Ecuador.
Que tal si celebramos este Día del Orgullo Ecuatoriano desayunando un bolón y vistiendo un sombrero de paja toquilla. De almuerzo un hornado con jugo de taxo, mientras escuchamos el último hit musical de Sergio Sacoto.
De postre, un chocolate Pacari y de cena (o merienda) un delicioso paiche con arroz macareño. Luego, para cerrar el viernes, vendría bien un pájaro azul, un tardón mireño, un Zhumir o una cervecita “...no ha de faltar”. (O)
Hay cosas a las que dedicamos tiempo, esfuerzo y hasta lágrimas; pero muy pocas veces nos detenemos a pensar en los porqués de las mismas. No me refiero a temas románticos, sino más bien a lo que pagamos como intereses en préstamos y tarjetas de crédito.
Hace unos meses mi cuñado que vive en Panamá me contó sobre una oferta que le hizo un banco de un préstamo al 2% para unificar todas sus deudas. Él accedió y listo, un dolor de cabeza menos. Yo -que sigo aún asombrado- pienso en si eso en Ecuador realmente es posible.
En Panamá, como en otros lados, son los propios bancos los que fijan sus tasas de interés. Aquí, los costos máximos de lo que pagamos mensualmente, o también llamados ‘techos’, son determinados por el Estado. Son muchos los ‘techos’ impuestos a los segmentos de crédito y llegan al 23%. La manera en que se los determinan responde a parámetros estáticos, y tal vez, no tan claros.
Mientras esperamos a que el Central presente su nueva propuesta para calcular las tasas, su gerente general, Guillermo Avellán, ha dicho que responderán a criterios técnicos, incluso mencionó sobre la creación de ‘bandas’ con mínimos y máximos, aplicados por sectores.
Así, para los buenos pagadores habría créditos más baratos (porque existe menor riesgo en prestarles dinero) y se abrirían posibilidades para quienes no tienen historial financiero con préstamos a mayor tasa, una acorde al perfil de riesgo. La realidad es que hoy, como se hace desde el 2007 los bancos y cooperativas prestan dinero al límite permitido en esos ‘techos’.
Coincido con Andrea Villareal, del Departamento Económico de Asobanca, en que el problema es que cinco de cada 10 mayores a 15 años está excluido del sistema financiero formal. Revisar estos temas a nivel país, como indica el Banco Mundial, motivaría a que bancos y cooperativas compitan -realmente- por mejorar sus préstamos.
Así, más gente accedería a créditos formales y, ojalá, nosotros destinemos menos plata a intereses y podamos gastarla en las cosas románticas, que son las que realmente importan. (O)
El estudio elaborado por David Castellanos y Equifax sobre el financiamiento informal o “chulquerismo” en Ecuador es un sacudón, o tal vez una bofetada, para todo el sistema financiero: autoridades, bancos, cooperativas, mutualistas y por supuesto, clientes.
Este tema debe trascender más allá del mundo digital porque, lo que está claro, es que los chulqueros no debaten en redes sociales. Es más, para ellos, tal vez sus interacciones virtuales se limiten al envío de mensajes intimidatorios a sus víctimas vía Whatsapp, combinados con imágenes de Piolín o mensajes de buenos días.
Las mujeres son las más afectadas por el chulco, cinco de cada 10 préstamos les son entregados con tasas que pueden superar el 1.200% de interés anual (sí, por un préstamo ilegal de 200 dólares las víctimas pagan más de 4.200 dólares al año sumado capital e intereses), valores que son criminales.
Entre los motivos por los que el chulco es solicitado está el que no se pide la firma del conyugue o certificados de bienes a nombre del titular. El chulco es el financiero de quienes abren su primera tienda, su primer puesto de empanadas o de jugos; es la opción de quienes no pueden (ni comprenden el por qué de las normativas) darse el lujo de constituir una garantía.
Pero, ¿cuántos millones maneja el chulquerismo ecuatoriano? Los valores indican que se superan los -nada despreciables- 500 millones de dólares anuales. Además, 7 de cada 10 préstamos son menores a 500 dólares.
Esta demanda bien podría ser solventada por las Cooperativas de Ahorro y Crédito que están creciendo exponencialmente en colocaciones. Los microcréditos del SPFS (el nombre elegante que se le da al sector de Cooperativas y Mutualistas) pasó de 4.100 millones de dólares en junio de 2020 a 4.900 millones en junio del 2021, es decir 800 millones más entregados en esta era pandémica. Con una estrategia agresiva de inclusión financiera, las Cooperativas podrán quitarle finalmente el mercado al chulco y beneficiar a miles de familias en todo el país.
De nuestro lado también podemos hacer algo. El QR link lleva al catastro actualizado por provincias, ciudades y parrquias de las 500 Cooperativas que operan en regla. Así, con información a mano, más personas conseguirán préstamos y, tal vez, no pasen a convertirse en un contacto más en el Whatsapp de un chulquero.
Link del Catastro de Cooperativas: https://servicios.seps.gob.ec/gosf-internet/paginas/consultarOrganizaciones.jsf
Conoce sobre el estudio “Impacto del mercado de financiamiento informal en Ecuador” realizado por David Castellanos y Equifax aquí: